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Dilema de Estado

¿"Presidente" o "Presidenta"? El día que Isabel Perón fijó cómo la tenían que llamar

Isabel Perón llevaba pocos días a cargo del gobierno cuando instaló este tema a través de un comunicado oficial, hace exactamente 50 años.

Isabel Perón
Isabel Perón | archivo

Llevaba doce días como mandataria en ejercicio, apenas nueve como viuda del general Perón y solo habían pasado solo 48 horas desde su retorno a la Casa Rosada para cumplir con sus tareas, ahora con ella definitivamente al frente del país. En medio de las reuniones con todos los sectores de poder e influencia para garantizar la gobernabilidad, llamó la atención que Isabel Martínez de Perón estuviera preocupada por un tema que parecía un detalle: si la iban a  llamar "presidente" o "presidenta"

Estela Martínez de Perón, o Isabel, el nombre con el que la llamaba su esposo y también en el movimiento, fue la primera mujer presidente, o presidenta, de la Argentina y también la primera en el mundo en ocupar la jefatura de Estado de un país republicano con un sistema presidencial. 

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Con el supuesto aval de los mandos militares que después la destituyeron y apoyada en el ministro y ahora su secretario privado, José López Rega, la imagen de "viuda afligida" la sostuvo un tiempo, hasta que el efecto empezó a diluirse. Desengancharse de la figura que había marcado medio siglo con sus tres presidencias, resultaba imposible, y menos tan rápido. Por eso Isabel dijo en aquellos primero días en el gobierno: "Todo cuanto fue bueno para Perón, lo será para mí".

Juan Domingo Perón
Isabel y Juan Perón

En esas circunstancias, mostrar fortaleza era clave para ella y para el gobierno. Había un aspecto al que le prestaba especial atención e implicaba un razonamiento que la investigadora María Celeste Napal, en su trabajo "Sólo soy la mano de Perón": La presidencia de María Estela Martínez de Perón, entre el liderazgo vacante y la construcción discursiva de la legitimidad (1974- 1976), sintetizó de esta forma: "Su condición de mujer no debía confundirse con su capacidad de estar al frente del gobierno nacional, es decir, aquella no debía asociarse a la tradicional imagen de la debilidad femenina".

En sus días iniciales, algunos medios se referían a la jefa de Estado con la forma femenina "presidenta", algo que en la Casa Rosada sonaba como algo exótico. Pero la preocupación de Isabel y de su entorno sobre la forma en que la iban a llamar, ese detalle no tan detalle de una letra de diferencia, excedió la intimidad del gobierno y se resolvió algo al respecto, que se hizo público por medio de un comunicado oficial, publicado el 10 de julio de 1974, hace exactamente 50 años.

"A través de la Secretaría de Prensa y Difusión de la Presidencia de la Nación se dio a conocer una información destinada, según se señala, a evitar erróneas denominaciones, con respecto al cargo de la señora María Estela Martínez de Perón, quien habiendo asumido la primera magistratura en cumplimiento de un mandato constitucional, corresponde ser reconocida como la 'excelentísima señora presidente de la Nación Argentina."

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Había optado, y aunque era una decisión política, el gobierno lo justificaba por el lado del aspectos formal: señalaba que la denominación está expresada así en el artículo 74 de la Constitución Nacional.

La Real Academia Española considera que la forma femenina es la más adecuada para referirse al cargo cuando lo ocupa a un mujer. Sin embargo, para la comunicación oficial y para muchos medios de comunicación, Isabel Perón fue "la presidente" o "la señora presidente" durante su tiempo al frente del gobierno.

Este mismo conflicto volvió a producirse muchos años después, cuando Cristina Fernández de Kirchner, para subrayar una postura de género, se inclinó por la denominación en femenino y reclamó que la mencionaran con la "a" al final de la palabra.

Se recuerdan algunas correcciones en vivo, como la interrupción al senador José Mayans el día que ella debutaba al frente la cámara alta, en diciembre de 2019.

El senador formoseño se había dirigido a Cristina como “presidente”. Ella se encimó a sus palabras y le dijo: “Presidenta, Mayans, presidenta”. Y repitió la palabra, remarcando la "a" .

Mayans hizo un intento al afirmar que “la palabra presidente no tiene sexo”, pero Cristina le respondió “eso lo dicen los machistas; no, de ninguna manera”.  

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El núcleo del discurso oficial de que su condición de mujer no debía asociarse a una presunta menor capacidad de conducción, de acuerdo a los parámetros de la época, era reforzado con una reivindicación de los avances de la igualdad en aquellos tiempos.

En la inauguración del XIII Congreso Internacional de Mujeres de Negocios y Profesionales, en agosto de 1974, Isabel afirmó: “La mujer de ayer representó la formación del hogar y la unidad familiar, aportando el sacrificio de su libertad y la cesión de sus derechos en aras de la unidad grupal. (…) En el presente la mujer se destaca por su capacidad intelectual, política, económica, artística y directiva (…) su sentido justiciero y maternal, la colocan como un exponente del avance del género humano"

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Aunque los ataques "por ser mujer" eran reales y diarios, buscaba salir del relato a la defensiva,. La operación discursiva era exhibir un punto de partida de "debilidad" que sirviera para reclamar adhesiones emocionales, pero al mismo tiempo contrastarlo con una imagen de fortaleza.

En el acto de la clausura de la Reunión de Gobernadores, el 30 de agosto del año de su asunción, Isabel dijo: “Soy una mujer. Es cierto. Perón ha dejado sobre mis hombros una muy larga y pesada tarea. Pero él sabe –desde donde está- que Isabel Perón, o Isabelita, como él decía, jamás va a permitir que nada ni nadie lleve a la Argentina donde no debe estar".

La frase resumía el concepto que se buscaba transmitir: el reclamo de un poco de "piedad" y a la vez la afirmación de las capacidades y la determinación para seguir adelante.

 

LT/ff