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"Mi maestro el pulpo"

¿Por qué ganó el Oscar un documental sobre un pulpo?

Una película autobiográfica revela la increíble gesta cotidiana que vive un pulpo para sobrevivir en el mundo marino, entre algas Kelp. Demuestra porqué es el invertebrado más inteligente y desnuda nuestro limitado conocimiento de la Naturaleza. Galería de fotos

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documental que ayer ganó el Oscar Mi maestro el pulpo | Twitter

La película Mi maestro el pulpo (My Octopus Teacher) que ayer se alzó con el Oscar 2021 al mejor documental tardó diez años en rodarse y premia el esfuerzo de quienes se animan a regresar a la naturaleza y abrirnos los ojos.

El proyecto fílmico, que se estrenó en la plataforma Netflix el 7 de septiembre de 2020, nació de la experiencia del camarógrafo sudafricano Craig Foster que, para recuperarse de una sobredosis de estrés, volvió al pueblo de su infancia en Sudáfrica, sobre Bahía Falsa, cerca de Ciudad del Cabo. 

El viento marino, la naturaleza inhóspita y la necesidad de demostrarle a su hijo que hay vida fuera de las pantallas, lo empujaron a zambullirse nuevamente en el mar

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Así, durante más de un año, vistió cada día un traje de neoprene y se sumergía al amanecer, para redescubrir las sorpresas que aguardaban en el fondo del mar

Bosques de algas Kelp

Para su aventura en el fondo del mar -sin tubo de oxígeno-, eligió una zona rocosa protegida del oleaje intenso del Atlántico Sur. Allí, donde una ensenada hospeda un bosque de algas Kelp, un ecosistema marino que no es exclusivo de Sudáfrica, pero sí único. 

En él, las algas proliferan en arboledas que se mecen con el vaivén del mar, a resguardo de las grandes corrientes. Como alamedas pardas, buscan el sol con tenacidad y se estiran hasta 15 metros de altura. Entre sus láminas bailarinas se desarrolla una bioproductividad tan potente como la de las selvas tropicales, los humedales y los arrecifes de coral. 

Dondequiera que estén, los bosques de algas Kelp albergan elefantes y lobos marinos, cangrejos, caracoles, infinidad de peces. Fijan el carbono, ayudan a mantener la calidad del agua y estabilizan el suelo marino

Aunque desde la tierra parezcan invisibles, estas macroalgas son una joya submarina y su presencia es síntoma de buena salud. En términos turísticos, molestan (como el famoso sargazo de México), pero son barreras naturales que disminuyen la fuerza destructora del oleaje sobre las playas. Su mayor enemigo son las tormentas, la polución marina, la sobrepesca y el calentamiento global –que aumenta la temperatura del agua-. 

Las algas son una potentísima fuente de hierro y yodo, aminoácidos potasio y magnesio, joyas que codicia la industria farmacéutica y cosmetológica, por su potente aporte de vitaminas A, B y C. Su más ruidosa campaña de marketing dice que una ingesta ofrece más calcio que 10 vasos de leche. Desde $500 se comercializan en polvo, incluso en Argentina. Desde luego, tienen contraindicaciones.

También hay bosques de algas Kelp en Baja California, el Golfo de México,  en el Mar Caribe y el litoral del Pacífico. Por ejemplo al sur de Pisagua, en la Provincia del Tamarugal, al norte de Chile. Son pardas, rojas verdes y en estas zonas pueden alcanzar una altura de 30 metros.

Un pulpo o la aguja en un pajar

Cerca de Ciudad del Cabo, los bosques de algas Kelp son gigantes acuáticos que se extienden por 3 kilómetros de costa
Gracias a un equipo dirigido por el camarógrafo submarino Roger Horrocks, la riqueza fotográfica excepcional de Mi maestro el pulpo es un baño de suprarrealismo desde la primera zambullida. Craig Foster se mete al agua y allí estamos salpicándonos junto a él en ese mundo marino completamente desconocido, y sin necesidad de mojarnos. 
La historia es simple: nadamos y buceamos con Foster y allí se van sucediendo anémonas, estrellas de mar, caracoles, crustáceos, erizos, nudibranquios, choros, esponjas, los parientes de Nemo e infinidad de especies. Hasta que, como si fuera la aguja en un pajar, asoma un pulpo común y corriente: un "alien" feo, intrigante, huidizo y muy astuto.

Pulpo, el invertebrado más inteligente

Un pulpo es un octópodo, un animal marino de la familia de los moluscos cefalópodos. No tiene esqueleto y a medida que Mi maestro el pulpo avanza, Craig Foster comprende por qué se lo considera el invertebrado más inteligente del mundo marino. Y también de los más raros: tiene sistema nervioso central, pero sin cerebro –al menos como el que nosotros conocemos-. 
A falta de esqueleto, al pulpo le sobran músculos fornidos y, aunque pareciera que para sobrevivir no necesita utilizar su cerebro todo el tiempo, lo usa y es muy astuto. Es fascinante ver en la película de Netflix la inmediatez con que piensa estrategias de supervivencia, en segundos.
Si en la gesta por estrangular un alimento, pierde un tentáculo, poco importará: amputado seguirá vivo. Bueno, algo que ni nosotros ni el sudafricano Craig Foster sabíamos, hasta que lo comprobamos con nuestros propios ojos. 
A lo sumo, el pulpo quedará estéril si tiente tanta mala suerte de haber perdido el brazo que justamente alberga su órgano reproductor: una pieza que funciona como jeringa repleta de espermatozoides que inyectará en una hembra. 

Maestro, amigo y amor 

Y en la ficción nace un amor. Temeroso e imprevisible, el pulpo sudafricano comienza a entablar un vínculo con Craig Foster. Lo espía, lo sigue, lo acaricia con sus tentáculos e incluso le pide ayuda. Sí, la película tiene un guión que responde a la perfección a los preceptos de la escritura cinematográfica: hay presentación de personajes, plot points, conflicto, antagonistas, tramas secundarias, mucho suspenso y una historia de amor, pero de amor por la naturaleza
Y la naturaleza tiene sus propias reglas, por eso, aunque a Foster le toque perder, su rol es el del humilde narrador-personaje. Y aunque dedica miles de horas a comprender el universo y los gestos del pulpo, leer “su mente”, ayudarlo e incluso ofrecerle todos sus pensamientos, comprende que la justicia humana no tiene nada que hacer en el devenir natural. 

Como en todas las grandes historias, en esta también hay pérdidas y ganancias. Además, una enseñanza: "la justicia humana no tiene nada que hacer en el devenir natural"

De Sudáfrica al Oscar

Y aunque Craig Foster pierda, a la larga gana. Para empezar el Miltoniano retorno a la Naturaleza. Y luego, un nuevo vínculo con su hijo –un futuro biólogo marino en ciernes-, una generación que respeta la madre naturaleza y una ONG (Sea Change Project) que logró que Netflix le produjera una película con su propia historia autobiográfica, con dirección de Pippa Ehrlich y James Reed.

Mi maestro el pulpo es el primer documental sudafricano sobre la naturaleza que llegó a las codiciadas oficinas de Netflix y luego al Oscar

La esposa de Craig Foster es una periodista ambiental de origen indio, Swati Thiyagarajan, y logró ser la directora de producción del film. Foster mismo también se quedó con algún laurel de la Producción. Méritos no le faltan. 

El mismo camarógrafo, Foster grabó centenares de horas de grabación, muchas de las cuales fueron a parar a otro documental, el quinto episodio de Blue Planet II. El 25 de abril de 2021 además, Foster ganó un Oscar y aunque no fue él quien lo recibió, hoy habrá vuelto a su traje de buzo, se habrá calzado otra vez las patas de rana y habrá descendido nuevamente al mar, que le devolvió la vida. Y los hijos pulpitos de su viejo “maestro” se habrán acercado a saludar.

La ONG Sea Change Project es un fideicomiso sin fines de lucro con sede en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Involucra a una comunidad de científicos, escritores, periodistas y cineastas que se dedican a crear conciencia sobre la belleza y la importancia ecológica del Gran Bosque Marino Africano de Sudáfrica.

Ganó Craig Foster, ganó Sudáfrica y, en definitiva, ganó la Naturaleza, una auténtica pantalla del conocimiento.