En la madrugada del viernes, el crítico y escritor argentino Juan José Sebreli murió a los 93 años en el Hospital Italiano luego de sufrir complicaciones de salud. En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), Pablo Avelluto recordó la obra del reconocido sociólogo y filósofo y remarcó su capacidad de sintetizar lo que observaba en sus publicaciones: “Sus conclusiones eran muy eruditas pero accesibles al mismo tiempo.
Pablo Avelluto es licenciado en Ciencias de la Comunicación, periodista y escritor. Fue secretario de Cultura del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación entre 2018 y 2019 y ministro de Cultura entre 2015 y 2018. Además, fue coordinador general del Sistema de Medios Públicos de la Ciudad de Buenos Aires en 2014.
¿Cómo describirías el aporte que hizo Sebreli a la cultura y a la historia argentina?
Si me lo permitís, primero voy a decir que aporte tuvo sobre mí. Cuando era chico, en la casa de mis padres había dos libros de Juan José que publicó en la década del setenta y fueron muy exitosos: “Buenos Aires, vida cotidiana y alienación” y “Mar del Plata: El ocio represivo”. Yo estaba por empezar la secundaria, era un chico curioso, y las bibliotecas con las que uno convivía eran importantes.
Empecé a leer esos libros por mi cuenta y nunca me imaginé que mi vida y la suya se iban a cruzar. A raíz de esos libros, me fui convirtiendo en un lector obsesivo de Sebreli. Sebreli fue y volvió por muchos caminos intelectuales e ideológicos, pero siempre con la actitud constante de desafiar las modas y las corrientes más pobladas del pensamiento académico. Coqueteó con el peronismo, fue antiperonista y después fue de izquierda.
Hace un año fue la última vez que estuvimos juntos en su casa. Venía el balotaje y Sebreli me dijo que votaría a Milei, y como yo iba a votar en blanco, discutimos y conversamos. Yo le propuse jugar a imaginar qué hubiesen votado todos los intelectuales contemporáneos. Él me hacía una broma y me decía que el que hubiera votado a Milei era Oscar Masotta porque era muy tilingo.
Su impacto en la cultura argentina
Él era una enciclopedia de cine caminando, sabía muchísimo y tenía una pasión sobre el cine argentino en particular. Uno de mis grandes placeres que me pude dar fue invitarlo a él y a Mirtha Legrand a ver una película de Mirtha en casa, y fue un viaje por el túnel del tiempo. Mirtha recordaba los diálogos de memoria y José hacía comentarios sobre los vestuarios, la música y la fotografía de una vieja película de la década del cuarenta.
Cuando llegué a la editorial Sudamericana trabajamos en muchos de los libros que publicó entre principios de este siglo y el año 2014. Fue una persona muy presente, no solo en mi formación intelectual, sino hacia la actitud de las ideas. Los grandes maestros enseñan sin que te des cuenta que te enseñan, y aprendí sobre esa obsesión de Juan José de nadar contra la corriente. Siempre tuvo mucha honestidad intelectual y representó a una generación de intelectuales.
Juan José Sebreli, un precursor de la lucha por los derechos LGBT en Argentina
Su vínculo con Pablo Avelluto
Juan José nació en la década del treinta, es decir que recordaba el peronismo como parte de su experiencia vital, atravesó los sesenta e integró el frente de liberación homosexual en los setenta. Siempre estuvo en el otro lugar, en el lugar raro y corriendo paralelo a la academia. Más allá de lo que me pasó a mí con él, creo que su aporte a la cultura fue muy significativo. Integró una tradición del ensayo argentino que tiene grandes nombres.
Su primer libro fue “Martínez Estrada: una rebelión inútil”, y fue escrito poco tiempo después de que se hiciera conocido en la revista Contorno, tras haber pasado por la revista Sur. Años después, en una revista que dirigía Horacio González en la facultad de Ciencias Sociales, colaboré en “Sebreli: una rebelión inútil”, porque la idea de la rebelión, del intelectual independiente que va a su aire, como lo había hecho Martínez Estrada, es una tradición de pensamiento muy nuestra. Sebreli fue un autor con verdaderos best sellers, algo raro en escritores de este porte, porque sus conclusiones eran muy eruditas pero accesibles al mismo tiempo.
La última nota de Juan José Sebreli
Me emociona mucho recordarlo porque he compartido muchas horas, cafés, charlas y small talk con él, porque era un gran chismoso. Es una persona única e irremplazable para nuestra cultura, y también un testimonio de una época. Los viejos suelen ser eso para los más jóvenes, y todos vamos pasando una posta de épocas que se van terminando. Su legado va a permanecer, no sólo por el valor intrínseco de sus obras, sino también por su manera de polemizar. Lo suyo era la polémica.
Como Sebreli, otros intelectuales argentinos me enseñaron y dejaron una marca imborrable. Nuestra cultura no sería la misma sin Sebreli ni muchos otros. Hay una visión desde la Argentina sobre nuestra identidad que, en el caso de Juan José, se transformó en libros. Editar a Juan José era una gran complejidad porque se negó a escribir por computadora, y sus manuscritos eran jeroglíficos a descifrar, como los de cualquier escritor obsesivo.
Lo recuerdo con enorme afecto, y aunque estoy muy triste hoy, hoy sonrío por la enorme gratitud que le tengo por lo que le dio a mi vida.
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