El papa Francisco asumió la conducción del Vaticano en un momento decisivo a nivel mundial marcado por la crisis climática, los desafíos de la globalización, guerras y pobreza. Como respetado líder espiritual y promotor del diálogo, Jorge Bergoglio se convirtió en uno de los políticos más influyentes en la opinión pública internacional.
Desde que asumió el 13 de marzo de 2013, el Sumo Pontífice marcó su estilo con su defensa de los pobres, los migrantes y el medioambiente, en relación con su visión sobre una Iglesia más inclusiva, austera y comprometida con los “vulnerables”, una postura que se vio reflejada en sus numerosas entrevistas y en sus encíclicas Evangelii Gaudium, Laudato Sí y Fratelli Tutti.
Sus posicionamientos sobre estos temas salpicaron la política tanto en el seno del poder en el Vaticano como en la arena internacional. Entre los retos políticos que enfrentó se destacan acusaciones de “marxista” por parte de algunos poderosos vaticanos, un apodo que también incluyó su postura ante la comunidad Lgbtq+, como también su vinculación con su Argentina natal y su filiación por el peronismo, algo que negó en varias oportunidades.
Diplomacia activa. A través de una diplomacia activa, Francisco demostró un compromiso con las causas sociales y medioambientales que transmitió ante líderes del mundo en reiteradas ocasiones. Francisco nunca evadió su preocupación por los procesos políticos en todo el mundo con especial atención en “la periferia”, siendo los países “marginados” el foco de sus más de cuarenta viajes internacionales.
Así lo demostró en la mayoría de sus audiencias Bergoglio, donde denunció los niveles de pobreza en todo el mundo y la crisis climática. Por ejemplo, en su encíclica Laudato Si (dictada en 2015), reclamó una “revolución verde” y criticó el “uso irresponsable de los bienes que Dios ha puesto” en la Tierra.
Medio oriente y la guerra. El papa Francisco mantuvo fuertes posicionamientos sobre la guerra entre Israel y Hamas y pidió en varias oportunidades por el cese de las hostilidades. El Sumo Pontífice también advirtió sobre la grave crisis humanitaria en Gaza y cuestionó duramente el rol de Israel en el conflicto. “La matanza de niños en Gaza es crueldad, no guerra”, dijo a fines de 2024.
“Lo que está ocurriendo en Gaza, que según algunos expertos parecería tener las características de un genocidio, debería ser investigado con atención para determinar si encuadra en la definición técnica que sostienen juristas y organismos internacionales”, manifestó el Papa en su libro La esperanza no defrauda nunca.
Su postura le valió duras críticas del gobierno de Benjamin Netanyahu, que lo acusó de “usar una doble vara” y no medir con la misma dureza que “los terroristas usan como escudos humanos a los niños”.
Francisco, el Papa del "Fin del mundo" que fue llamado a "reparar" a la Iglesia católica
La defensa de los migrantes. En Estados Unidos. Apenas asumió Donald Trump su segundo mandato, el Papa salió al cruce del flamante presidente por la deportación masiva de inmigrantes y consideró que el gobierno estadounidense debería discernir con cuidado quiénes deben ser deportados y quiénes no.
En una carta dirigida a los obispos de Estados Unidos, lanzó duras críticas al programa migratorio. “Lo que se construye a base de fuerza, y no a partir de la verdad sobre la igual dignidad de todo ser humano, mal comienza y mal terminará”, aseguró.
La indignación de Putin. Como líder mundial, hizo hincapié en la guerra en Ucrania iniciada en febrero de 2022, “su mayor preocupación”. Lo llevó a presentarse como una tercera vía para poner fin al conflicto que fue “en contra del derecho internacional”. En esa línea, le pidió a Vladimir Putin, “detener la espiral de violencia y muerte”, lo que provocó “indignación” del Kremlin con la Santa Sede; e instó a Volodímir Zelenski a “estar abierto a serias propuestas de paz”.
“Una ética y una ley basadas en la amenaza de la destrucción mutua... y posiblemente la destrucción de toda la humanidad, son contradictorias y son una afrenta para el marco de las Naciones Unidas, las cuales terminarían siendo naciones unificadas por el temor y la desconfianza”, indicó Francisco en medio de la escalada nuclear en Europa. A esto sumó su constante llamado de atención a la crisis migratoria en el Mediterráneo que acumula muertos en las costas europeas y por lo que pidió “una acogida sin distinción”.
Su defensa de la democracia y las críticas a regímenes autoritarios, como el de Nicaragua y Venezuela, le valieron un sinfín de seguidores y también de detractores. “Es preocupante el debilitamiento, en muchas partes del mundo, de la democracia y de la posibilidad de libertad que esta consiente, aun con todos los límites de un sistema humano”, lamentó en uno de sus saludos de inicio de año.
Por otro lado, el Papa “logró muchos momentos históricos auspiciosos” en cuanto al diálogo interreligioso, tal como demostró en la visita a Irak en 2021 o su reunión con el patriarca ortodoxo ruso Kirill en 2016, en lo que fue el primer acercamiento entre las iglesias cristianas de Occidente y Oriente desde 1054.
También alcanzó un acuerdo inédito con China respecto al nombramiento de obispos y ofició el acercamiento también histórico entre Cuba y Estados Unidos en 2014; fue el el primero en viajar a Bahréin, el país de la península árabe del Golfo gobernado por un líder sunnita; y el primero en recibir a una delegación de la comunidad Ahmadía en el Vaticano.
Si bien lo negó en varias ocasiones, el Papa argentino fue vinculado ideológicamente con el peronismo, el movimiento político más importante de la historia argentina. El primer Sumo Pontífice latinoamericano se mantuvo alejado de la política argentina y debió negar estas afirmaciones en más de una oportunidad y se limitó a opinar de temas de coyuntura, como la pobreza o la inflación.
La furia de la curia. Además, a lo largo de su papado, Francisco debió enfrentar presiones de los conservadores de la curia romana y de las iglesias de todo el mundo debido a la purga que llevó a cabo para limpiar la imagen de la institución luego de los escándalos por los casos de abuso sexual o la corrupción dentro del Vaticano. Se trató del mayor desafío de quien fue el jefe más revolucionario del credo que congrega 1.200 millones de fieles en el mundo.