“Dios quiera me equivoque”. No disimuló ni un poco Cristina Fernández de Kirchner su disgusto por bajar a sus legisladores de la unificación electoral bonaerense, por la que tanto peleó, para permitirle al gobernador Axel Kicillof avanzar con su proyecto desdoblador.
En su extenso descargo argumentativo de por qué sigue creyendo que lo mejor para la provincia y el peronismo (como si fueran lo mismo) eran los comicios concurrentes el 26 de octubre, CFK le envió varios mensajes a Kicillof, al que nunca menciona por su nombre y apellido. Todos ellos bajo el paraguas conceptual de que quien avisa no traiciona.
Sin que lo hubiera mencionado, acaso la expresidenta incorporó a su favor ciertas señales de la elección en Santa Fe del domingo. Por un lado, aunque la lista oficial del PJ quedó segunda a 20 puntos del oficialismo provincial triunfante de Maximiliano Pullaro, si se hubieran sumado las otras dos listas peronistas podría haber sido más competitiva.
En el Instituto Patria, además, se tomó nota de que Pullaro ganó con amplitud, pero perdió casi la mitad de votos que lo consagraron hace menos de dos años, cuando fue elegido gobernador. Apuntaron un tercer factor. Nunca antes desde el retorno de la democracia fueron tan pocos a votar en Santa Fe, con una participación aproximada del 55% del padrón.
Cierto es que se trató de un comicio para convencionales constituyentes, algo que resulta más lejano en la agenda habitual de preocupaciones ciudadanas. Pero tal como decidió ayer martes el Senado y será ratificado por Diputados, en septiembre en la provincia de Buenos Aires también se votarán cargos sin seducción para el interés social, como son los legisladores provinciales y municipales.
A la política, no solo al peronismo, le resulta un comicio trascendente. Se pone en juego el equilibrio de fuerzas en la Legislatura, clave para la gobernabilidad de un mandatario que sin reelección y con aspiraciones presidenciales, encara sus últimos dos años de gestión. ¿Será por eso que el cristinismo acaba de presentar un proyecto para que se apruebe la reelección indefinida de legisladores? Paz ficticia.
En los resultados bonaerenses hay, obviamente, una repercusión nacional, al ser el distrito más poblado del país. Esa dimensión explica, por caso, los coqueteos entre LLA y PRO en la Provincia, mientras se combaten con dureza en la Ciudad de Buenos Aires y otros distritos.
Y así como las listas en CABA para su Legislatura están inéditamente encabezadas por nombres de peso, un proceso similar podría desarrollarse en territorio bonaerense, en cada una de las ocho secciones electorales en las que está dividido.
Cabe preguntarse en ese punto si ahora perdurará como amague (¿o amenaza para Kicillof?) la posible candidatura de CFK en la Tercera (el sur del GBA). O de Sergio Massa en la Primera (el norte del Conurbano).
Anticipada a septiembre, la elección provincial se convierte en una suerte de “madrastra de todas las batallas”. A la espera de las nacionales de octubre. Y de renovados conflictos entre CFK y Kicillof por exhibir quién conduce.