El 17 de noviembre de 1974 no fue un día más en Argentina. Fue "un día de canje de cuerpos". Uno, por fin, repatriado, el de Eva Perón. Otro, el de quien había intentado borrarla del mapa de la historia, a ella y también a su viudo, devuelto en una calle de Buenos Aires.
En la mañana de aquel día, después de un calvario que parecía interminable, los restos de Evita volvieron al país a instancias de Isabel Perón, viuda del General y a cargo de la presidencia heredada luego de la muerte del líder. Dos horas antes del arribo, cumpliendo con su promesa, los Montoneros habían dejado el cuerpo del expresidente de facto Pedro Eugenio Aramburu en la caja de un camioneta estacionada en el parque Las Heras.
El golpe de 1955 y el derrotero del cuerpo de Evita
Cuando la autopercibida "Revolución Libertadora" derrocó a Juan Domingo Perón, el 16 de septiembre de 1955, el destino del cuerpo de Eva (fallecida tres años antes) pasó a ser un gran problema para el régimen. En ese momento estaba en el segundo piso del edificio de la CGT, adonde la habían llevado para completar el proceso de embalsamamiento luego del largo funeral.
Eduardo Lonardi, el primer presidente de la "Libertadora", duró poco con su lema "ni vencedores ni vencidos", supuestamante componedor. Asumió Pedro Eugenio Aramburu y se convirtió en el símbolo máximo del antiperonismo y la desperonización.
Fue él quien tomó la decisión de sacar el cuerpo de Evita de la CGT. El coronel Carlos Moori Koenig, jefe de Inteligencia del Ejército, estuvo a cargo del operativo. Lo llevaron a una dependencia de la SIE y después peregrinó por varios lugares. En cada uno aparecían velas encendidas, testimonio de que los fieles seguían la pista del cuerpo para venerarlo.
A principios de 1957, los restos estaban en una oficina del edificio de la SIE de la calle Viamonte y Callao. El mayor Eduardo Arandía, que había sido parte del operativo, y de quien se dice que llegó a tener el cuerpo en su altillo, estaba todo el tiempo temeroso de una represalia y su pavor derivó en una tragedia: una noche sintió ruidos en su casa y terminó matando de un tiro a su mujer embarazada.
Moori Koenig fue apartado reemplazado por el coronel Héctor Cabanillas, que organizó el "operativo traslado". Con el nombre falso de María Maggi de Magistris, una supuesta inmigrante italiana, Eva Perón fue sepultada en el cementerio de Musocco, en Milán, Italia, donde permaneció durante 14 años.
El secuestro de Aramburu, un hecho conmocionante
El 29 de mayo de 1970 un hecho sacudió a la Argentina: Aramburu fue secuestrado en su departamento de Buenos Aires. Fue la presentación en sociedad de la organización armada Montoneros, que lo llevó a un campo en la localidad de Timote, lo sometió a un "juicio popular" acusado por el calvario del cuerpo de Evita, y lo fusiló. El cadáver fue encontrado un mes y medio después, en el mismo lugar.
Eran los años de Perón en el exilio en Madrid, la ciudad donde al año siguiente, el General recibió el cuerpo de Eva. Héctor Cabanillas se presentó en el cementerio milanés con el nombre falso de Carlos Maggi, un supuesto hermano de María Maggi, exhumó el cadáver y se lo llevó al expresidente.
El cuerpo tenía golpes y mutilaciones: señales de las diversas vejaciones de los responsables del secuestro a lo largo de los años.
Helicóptero, golpe e intento de suicidio, la intimidad del final del gobierno de Isabel Perón
Con otras prioridades, en un país en crisis económica y sacudido por la violencia, Perón no trajo el cuerpo cuando volvió a la presidencia. Fue Isabel, su viuda y sucesora en el poder, quien tomó la decisión, bajo presión. Evita, su cuerpo, volvió al país el 17 de noviembre de 1974. Ese mismo día, dos horas antes, los Montoneros cumplieron con su promesa y devolvieron el cadáver de Pedro Eugenio Aramburu.
¿Por qué lo tenían ellos? Un mes y dos días antes, el 15 de octubre, lo habían robado de la bóveda en el cementerio de la Recoleta, en una acción comando. El objetivo era apurar al gobierno de Isabel para que repatriara el cuerpo de Eva.
Lo consiguieron. En un operativo llamado "Misión López Rega", por el hombre que movía los hilos en el gobierno de Isabel, el cuerpo de Eva llegó al país el 17 de noviembre de 1974. La fecha empalmó con el calendario justicialista. Exactamente dos años antes Perón había regresado al país después de su latgo exilio. Por ese acontecimiento se celebra el Día del Militante Peronista.
El día de la esperada repatración, hubo paro general de la CGT y en medio de la devoción popular que tapizó las calles de flores los restos fueron trasladados a la residencia de Olivos, donde permanacieron en una capilla ardiente junto al cuerpo de su exesposo, fallecido cuatro meses antes.
El mismo 17 de noviembre, Montoneros devolvió el cadáver del máximo antagonista del peronismo, aquel que había prohibido hasta nombrarlo. Ni esperaron que el cuepo de Eva llegara: lo dejaron dos horas antes, por la mañana, en una camioneta estacionada en la calle Salguero, junto a una de las veredas del parque Las Heras, a la altura del 2410.
La devolución fue comunicada a través de llamados anónimos a los diarios. La camioneta tenía vidrios oscuros y para cubrir el ataúd usaron dos placas de telgopor, además de envolverlo con lonas. En la tapa del féretro permanecían el crucifijo y la placa de bronce con el nombre de Aramburu. El cuerpo fue llevado al cuartel de la Policía Montada, donde lo reconocieron el general Bernardino Labayru y César Noguera, dos amigos personales del expresidente.
Ya durante la dictadura, el cuerpo de Perón fue trasladado a la Chacarita (donde estuvo hasta su traslado a la quinta de San Vicente, el 17 de octubre de 2006) y el de Eva entregado a la familia, que lo sepultó en el panteón familiar en la Recoleta.
LT