Para semejante visita, una semana es mucho, así que se puede decir que la más icónica de las celebridades científicas vivió en el Conurbano bonaerense, a 16 cuadras del Camino de Cintura.
Se cumplen 100 años. Aunque no hay certeza total sobre el día en que llegó, se estima que fue entre el 5 y el 8 de abril de 1925.
Sí se sabe, porque lo contó en sus memorias, que fue una excelente estadía; unos días de descanso en medio de una agitada agenda académica y social repartida entre Buenos Aires, La Plata y Córdoba.
El hombre del pelo alborotado tenía 46 años. se llamaba Albert Einstein, y en Llavallol, partido de Lomas de Zamora, probó la mortadela.
Einstein: porqué Argentina lo deslumbró hace 100 años
Ya había presentado la teoría de la relatividad y era Premio Nobel hacía 4 años. Por eso cuando el 24 de marzo desembarcó del buque Cap Polonio en el puerto de Buenos Aires generó la conmoción que correspondía.
El mentor de la llegada era Bruno Wasserman, amigo empresario del rubro papelero. En la casa de Wasserman en Belgrano, Einstein y su segunda esposa, Elsa Löwenthal (que además era su prima y había sido su amante) hicieron base durante la estadía. Pero la semanita en Llavallol, en una chacra con gran casona que tenía el empresario, fue especial, porque fue de vacaciones. En los diarios y cartas que se conservan en la Universidad Hebrea de Jerusalén, el invitado afirmó haber disfrutado de un “buen clima y un descanso maravilloso” en ese oasis verde del suburbio.
Los días de Albert Einstein en Llavallol
Además del nombre con los dos pares de “ele” y la quinta “ele” al final, Llavallol es un lugar un poco atípico. Territorio con fronteras abruptas entre el conglomerado industrial que fue (hoy conviven algunas fábricas abiertas con unas cuántas abandonadas) y casi el campo, o el campo que es posible en el Gran Buenos Aires.
La reserva de Santa Catalina, con su arboleda, convoca a los paseos .Desprocupado de cualquier dinámica fuera de sus paredes, el cementerio de Disidentes, con sus lápidas en inglés de personas nacidas en los años de la Confederación Argentina y fallecidas en años comenzados con cero del siglo pasado, inserta un paisaje británico con el césped impagable y las piletas con plantas que flotan.
Llavallol era más campo que todo en 1925, cuando llegó “Don Albert” (parece forzado, pero la tradición oral dice que lo llamaban así). Lógicamente no sobreviven testigos directos de aquella escala, pero la información transmitida a través de las generaciones aporta algunos datos.
Por ejemplo, que un vecino llamado Agapito Otero, de los pocos que tenían un vehículo, lo tuvo como pasajero histórico.
Que la chacra de Wasserman tenía un tambo y el propio sabio iba cada mañana temprano con una jarra a buscar la lecha fresca (dicen que hasta trató de ordeñar una vaca pero interrumpió el intento cuando el animal le llenó la cara con el plumero de la cola).
Que aprovechó la calma y el beneficio de la disponibilidad de tiempo para tocar el violín, una de sus aficiones.
Que en Llavallol (lo contó en sus diarios) tuvo “una idea sobre una nueva teoría sobre la conexión entre la gravitación y el electromagnetismo”.

Einstein una estrella no tan fugaz en Buenos Aires
En 2018, Eduardo Corrado, un actor y director teatral vecino de Llavallol contó una situación interesante a los periodistas de la agencia AUNO, de la Universidad de Lomas. Su padre, relató Corrado, era mecánico de los Wasserman y tuvo la oportunidad de conocer a Einstein. Y en uno de los contactos le convidó una galletita con mortadela. Aunque es de origen europeo, puntualmente italiano, habría sido la primera vez que el físico probó el embutido al menos en su versión de manjar obrero.
De las construcciones originales de la chacra queda poco. Sigue ahí un predio mayoritariamente verde de dos manzanas y dos mitades, donde funciona el colegio La Milagrosa. En el jardín frontal del lado de la calle Néstor de la Peña, una placa que confirma aquella visita histórica. La puso el Rotary local en 2019, tiene un retrato dibujado de Einstein, la archiconocida ecuación E=mc² y una frase del homenajedoa tan aplicable como “la medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar”.
Ojo con las fotos de “Einstein en Llavallol”. No hay que confiarse. Hay una que lo muestra con Elsa delante de un cartel que dice Llavallol Futbol Club. Es una imagen montada. Hay un par de fotos más que serían del viaje a la Argentina, pero no necesariamente de la localidad lomense.

No hacen falta fotos para saber que el visitante disfrutó de la chacra, que tenía 5000 durazneros y también producía otras frutas que se vendían en el Abasto. En el libro Llavallol, ojeando recuerdos, se cuenta que Wasserman tenía una limusina y que jugaba al polo.
Los testimonios afirman que el visitante no se encerró en la chacra, sino que además caminó por la reserva de Santa Catalina, una de las primeras colonias agrícolas que existió en el país, organizada por escoceses en 1825, es decir que habían pasado 100 años antes de estos otros 100 años. En ese lugar visitó la Escuela Práctica de Agricultura y Ganadería Regional, y la Estación Experimental, que dependían desde 1905 de la Facultad Nacional de Agronomía y Veterinaria.
Parece que también se dio una vuelta por el señorial Adrogué y fue hasta el centro de Lomas de Zamora, donde paseó por la plaza, y estuvo en la Catedral y en la Escuela 1, que está pegada.
Einstein en Argentina: para qué vino
El propósito inicial de la visita de Einstein a la Argentona era ofrecer un ciclo de conferencias en la Universidad de Buenos Aires, pero otras instituciones como la Sociedad Hebraica, el Hospital Israelita y la Facultad de Filosofía y Letras se sumaron a la convocatoria.
Además de los asuntos científicos, Einstein aprovechó para difundir sus ideas sobre la Primera Guerra Mundial y la necesidad de la paz mundial.

Tipo sociable, regalaba retratos autografiados y con dedicatorias, y hasta se sumó a un fogón con los estudiantes de la Facultad de Ingeniería. Ahí tocó el violín.
Fue recibido por el presidente Marcelo T. de Alvear, estuvo con el escritor Leopoldo Lugones, a quien ya conocía, y anduvo por Córdoba y por La Plata. Fue un mes de una agenda extenuante, por momentos (muchos, dicen) más social que académica.
LT