Laura Jordán de Conte, Madre de Plaza de Mayo línea fundadora y psicoanalista, falleció este domingo a los 93 años. El primero de sus cinco hijos, Augusto María Conte, fue detenido desaparecido a los 21 años el 7 de junio de 1976, mientras cumplía con el servicio militar obligatorio en la base aeronaval Punta Indio. Laura dedicó su vida a la militancia, aportando sus conocimientos y sensibilidad política a la causa de la Memoria.
Jordán de Conte fue una de las fundadoras del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que presidió entre 1998 y 2000, y donde colaboró en el desarrollo del Área de Salud Mental. Pero desde antes trabajaba por la salud de quienes eran perseguidos: “Durante la dictadura hacía citas y convertía su auto o un bar en el consultorio psicoanalítico de personas que estaban clandestinas”, recordó la ONG en su comunicado.
“Desde el golpe de Estado hasta que publicó 'Conscriptos detenidos-desaparecidos', durante la dictadura, el CELS registró casi un centenar de jóvenes desaparecidos ‘bajo bandera’. La publicación lleva la firma de Augusto Conte Mac Donell, papá de Augusto María y esposo de Laura", añadió el organismo orientado a la promoción y defensa de los derechos humanos. Años después, Laura testimonió también en los Juicios por la Verdad e integró la comisión provincial por la Memoria.
Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron que encontraron al nieto 138
La Madre de Plaza de Mayo entendía su militancia como una causa amplia: “participó de los flamantes Encuentros Nacionales de Mujeres y se puso al frente, junto a otras, con su pañuelo blanco en la cabeza, en las primeras marchas del orgullo para evitar la represión policial. Su firma aparece en la revista Cerdos & Peces para apoyar la campaña de la comisión Pro Defensa de las Libertades Cotidianas: ‘Por la Derogación de los Edictos Policiales y la Averiguación de Antecedentes’. El pañuelo funcionó esas veces como escudo, símbolo y superpoder”, destacaron.
El CELS explicó: “Laura, que buscaba a su hijo, se encontró con los años con jóvenes que habían sido robados y comenzaban a recuperar su identidad. Se encontró con realidades para las que no había marco teórico. Para acompañar esas existencias de infancias, adolescencias y juventudes, tuvo que inventar herramientas psicoanalíticas y adaptar la técnica para momentos traumáticos. Siempre privilegió al paciente. También vio que lo personal es político y que la identidad no es un derecho personal o familiar, sino un derecho de la sociedad”.
Por su legado, carácter y arduo trabajo fue reconocida por la Legislatura porteña como una personalidad destacada en el ámbito de los derechos humanos en 2017 y fue despedida este domingo con gran dolor en redes sociales, donde valoraron su recorrido profesional, su asistencia a los hijos y nietos restituidos, su firmeza, bondad y fuerza para luchar hasta el final. “Te queremos y te extrañaremos mucho”, dijo Jorge Taiana, mientras que la CTA Autónoma mencionó que “luchó incansablemente por la Memoria, la Verdad y la Justicia”.
ML