COLUMNISTAS
Defensora de Género

La Constitución chilena: una oportunidad perdida para la igualdad

20220911_constitucion_chile_cedoc_g
Chile. Millones de personas participaron del plebiscito sobre la nueva Constitución. | cedoc

El domingo pasado en Chile se vivió un hecho histórico: la nueva Constitución fue sometida a un plebiscito. Debió ser ratificada o no por la mayoría de la población. Como ahora, el voto es obligatorio en ese país, realmente fue la expresión popular la que nos mostró que dos tercios de la población no la aceptó. Esto hay que analizarlo a la luz del resultado de la movilización que hace cuatro años empezó en Chile. Movilización que fue in crescendo y que mostró a una mayoría, aunque difícil de cuantificar por las movilizaciones callejeras, pero que creció y que comprometió cada vez a más colectivos; no solo a personas individuales. Esto expresó la aceptación de cambio que la sociedad chilena quería. El resultado de este proceso fue la elección de un gobierno diferente a la alternancia, que se registraba anteriormente y que cambió la fisonomía gubernamental. Mientras muchas personas celebraban el cambio de gobierno, también ocurrió la elección de los constituyentes. Esa elección permitió la incorporación de sectores nunca antes representados, donde las mujeres feministas provenientes de los movimientos y las organizaciones sociales fueron un número considerable, a ellas se sumaron representantes de pueblos indígenas nunca antes presentes y se completó con representantes de partidos políticos, especialmente de derecha y provenientes de la coalición del gobierno anterior, con algunos de los sectores más extremos dentro de la derecha. Los hombres y mujeres representantes de los sectores políticos de la derecha eran minoría, pero su voz estaba. Producto de esta mezcla, la Constitución que llega al plebiscito es predominantemente reflejo de las posiciones de los sectores “nuevos” representados en los constituyentes. Por eso el texto aprobado estaba impregnado de los criterios de Igualdad, Igualdad de género, cruzando otros aspectos como los étnicos raciales y demás. Esto le dio a la nueva Constitución un planteo de un cambio cultural muy importante y que tal vez por eso generó mucho desconcierto, desconcierto que las fuerzas de derecha supieron aprovechar. Los cambios culturales son difíciles de ser asimilados por la sociedad y requieren tiempo y depende de los distintos sectores involucrados. Mientras que los grupos comprometidos con ese cambio cultural lo celebran, el resto de la sociedad los mira con desconfianza, desconfianza que se funda en el temor a lo desconocido que promovieron los opositores. 

Analizando los resultados, algo que siempre es más fácil ahora con los cómputos y siendo de otro país, mis comentarios pueden no ser adecuados, pero a pesar de eso lo hago porque del análisis debemos obtener lecciones de la derrota, esto ayuda a las feministas de la región, no solo a las chilenas a futuro. Por el gran cambio que planteaba hubiera sido necesario una movilización informativa más prolongada para explicar a nivel de los medios donde la voz de los opositores era la que predominaba, algo muy difícil por la resistencia de los mismos medios. También a través de actividades comunitarias que llegaran a los distintos grupos de la población y permitieran dialogar, algo que los medios masivos de comunicación no permiten. Todo esto se hizo, pero no hubo mucho tiempo, fue muy corto entre la aprobación y el plebiscito. Esto ahora hay que retomarlo, se perdió un combate, no la guerra. Como nos pasó con la Ley del aborto en Argentina en el 2018 cuando se perdió la votación en el Senado, aunque es diferente, pero valga el ejemplo. Se abre ahora una nueva etapa en la cual hay que retomar la lucha en todos los frentes porque una Constitución igualitaria es algo que Chile y la región necesita. Estamos para ayudar, tal vez no hicimos antes lo suficiente, debemos superarlo. La lucha continúa.